
En 1985 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por UNESCO, por su centro histórico de calles medievales empedradas excelentemente conservado, que traslada al visitante al siglo XVI. Ávila es una ciudad fascinante, con muchas cosas que hacer.
Con una larga historia, sus primeros pobladores fueron vetones, aunque los romanos definieron su estructura urbana. Tras el paso de los árabes, Ávila es reconquistada en 1085 y su auténtico auge comienza en la época de los Reyes Católicos.
Qué hacer en Ávila: 20 planes imprescindibles
Ávila, ubicada a orillas del río Adaja, es la capital de provincia española situada a mayor altitud, 1.100 metros por encima del nivel del mar.
Se encuentra en un entorno natural único, una meseta protegida por las colinas de las montañas de Sierra de Gredos. Su arquitectura y entorno natural te ofrece imprescindibles cosas qué ver y qué hacer en Ávila.
1. Aprovechar un free tour para conocer los misterios y leyendas de Ávila
Una ciudad con tanta historia como Ávila, no podía dejar de estar cargada de misterios y leyendas, que este free tour nocturno de dos horas propone conocer a fondo.
El recorrido empieza cuando cae la tarde y las murallas encierran entre sombras esos secretos.
El punto de reunión se establece frente a la puerta del Alcázar, en la plaza de Santa Teresa de Jesús, para empezar por la calle de la Cruz Vieja o de la Vida y la Muerte, por su leyenda que involucra a dos caballeros enamorados de una joven noble.
Desde allí, se alcanza el pórtico de la catedral para conocer esos extraños seres de piedra que custodian la primera catedral gótica española.
Continúa el recorrido por las estrechas callejuelas de esta fascinante ciudad Patrimonio de la Humanidad, llegando a la fachada de la Basílica de San Vicente.
Esta es una joya del románico fuertemente vinculada con la leyenda que la identifica con el lugar donde fueron martirizados tres hermanos, por los romanos.
Tras pasar por otros rincones emblemáticos, como la plaza del Ayuntamiento, frente a la Puerta del Rastro, se repasa una historia de amor eterno, continuando después hasta la que fue casa natal de Teresa de Jesús.
El tour finaliza en el paseo de El Rastro, descifrando el enigma de la Puerta de la Malaventura y las desdichas de quienes debieron atravesarla.
Sin duda, lo mejor es aprovechar un paseo guiado, sin ningún coste, como el siguiente:
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2. Impresionarse con la majestuosa muralla de Ávila

Visitar a fondo la imponente y majestuosa muralla, principal seña de identidad de la ciudad, es algo imprescindible que hay que hacer en Ávila.
Sobre vestigios romanos, Alfonso VI de León empieza la construcción a finales del siglo IX, como cinturón fortificado contra las tropas árabes que aún dominaban el sur peninsular. Desde entonces, permanecerá en continuo desarrollo a través de los siglos.
Está cimentada sobre roca, constituyendo una potente cerca de mampostería de granito macizada con piedra y mortero de cal, que se va adaptando al terreno.
Observando la composición de los lienzos se pueden encontrar materiales de distinta cronología, como estelas, aras, cornisas o columnas una necrópolis romana altoimperial de los alrededores.
Es una de las murallas medievales en mejor estado de conservación de todo el mundo, con su forma casi rectangular completa. Por eso, se aprecian con claridad sus 9 puertas, 2.500 almenas y 87 cubos y torreones, en un perímetro de dos kilómetros y medio.
En la actualidad, se puede recorrer casi un kilómetro y medio sobre su adarve. A finales del siglo XIX había muchos sectores que abogaban por demolerla para poder ampliar la ciudad, como se hacía en otras ciudades europeas. Una idea que, afortunadamente, no prosperó.
3. Admirar la imponente Catedral de Cristo Salvador

Oficialmente conocida como Catedral de Cristo Salvador, su construcción definitiva se demoró varios siglos, reflejando la convulsión típica de esos tiempos.
Sobre restos de un primitivo edificio dedicado a El Salvador, el rey Alfonso VII decide su ampliación, a finales del siglo XII, encargando los trabajos al maestro de obras francés, Fruchel.
Se proyectó para servir tanto de templo como de fortaleza, por lo que su ábside llegó a ser uno de los cubos de la muralla.
Es un auténtico símbolo abulense, considerada como la catedral gótica más antigua de España, ya que sus cimientos se iniciaron en un estilo románico de transición al gótico.
Como rasgos más distintivos del periodo, se conserva el cimborrio en granito y la girola con los primitivos ventanales románicos. En una segunda fase se observa un cambio de materiales, continuando como construcción gótica de claro estilo borgoñón.
En fachada norte es muy destacable la decoración figurativa del Portal de los Apóstoles, que data del siglo XV.
Del interior, resalta la mampostería de granito blanco y rojo de la fase inicial, las vidrieras del siglo XV y la sillería del coro, con tallas de relieves de estilo plateresco.
Especialmente apreciable es el impresionante retablo del Altar Mayor, de Pedro Berruguete.
La opción de conocer Ávila a través de un tour privado puede ser una opción muy interesante para impregnarte de la historia de manera libre y cómoda.
4. Pasear por el fascinante casco histórico de Ávila
Más que una obligación para el visitante, es un verdadero placer patear el casco histórico de Ávila, un núcleo que permanece casi impasible al paso del tiempo y permite un traslado a la época medieval.
Durante su paseo irás descubriendo sus rincones y bellos edificios, sus incontables monumentos religiosos y construcciones civiles.
Nos espera un trazado típicamente medieval, una red irregular de calles estrechas y sinuosas que muestra un excelente estado de conservación y ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad en 1985, por su rico legado patrimonial y espiritual.
El conjunto histórico-artístico está compuesto por la muralla medieval, su centro intramuros y una serie de iglesias románicas extramuros.
Entre ellas destacan las de San Vicente, San Pedro, San Martín, Nuestra Señora de la Cabeza, San Segundo y San Nicolás y los conventos de San José, la Encarnación y Santo Tomás, que se encuentran fuera del recinto.
Dentro de la muralla, en el casco antiguo abulense, a principios del siglo XVI se apreciaban dos zonas bastante diferenciadas: la zona norte y la zona sur.
La zona norte se ubica entre la catedral y el Mercado Chico, donde se encontraban los palacios y las viviendas de hidalgos y clérigos.
Y por otro lado, la zona sur, donde se concentraban las viviendas de los judíos y los musulmanes.
Entre las diferentes actividades para realizar en Ávila, te recomiendo el siguiente tour para recorrer el centro histórico de Ávila y conocer su historia: Visita guiada por Ávila
5. Degustar las especialidades de la gastronomía de Ávila

La gastronomía abulense es contundente, para protegerse de las bajas temperaturas y la mayoría de los platos son seculares y de origen popular.
Con su base en reses vacunas, carne de cerdo y productos de la matanza, junto con legumbres, combina su alto contenido calórico con sabores fuertes e intensos.
El plato más famoso de la gastronomía abulense es el contundente chuletón de Ávila, habitualmente de ternera de la raza autóctona avileña-negra. Es un gran filete a la parrilla, que puede llegar a superar el kilo y se sirve, normalmente, en tabla de madera, porque no cabe en un plato normal.
Otro plato típico son las patatas revolconas, de origen antiguo y humilde y muy popular entre los campesinos. Como base, una especie de puré con patatas machacadas, condimentado con pimentón que le da su característico tono anaranjado y con torreznos fritos.
La sopa castellana también tiene origen humilde, de los antiguos pastores, que ha pasado de generación en generación.
Sencilla sopa con ajos y pan, pimentón, un poco de jamón y huevos escalfados. Como los Judiones del Barco, grandes y blancos, originarios de la zona del Barco de Ávila. Estos vienen acompañados de ingredientes como la panceta adobada, chorizo, morcilla, cebolla, ajos y laurel.
6. Contemplar una excepcional panorámica de la ciudad, desde el Mirador de los Cuatro Postes
El mejor mirador de Ávila, a las afueras de la ciudad, cruzando el río Adaja, a unos 500 metros de la Puerta del Carmen. Es un monumento formado por cuatro columnas dóricas de cinco metros, unidas por un arquitrabe con el escudo de la ciudad, que enmarcan una gran cruz de granito.
Los Cuatro Postes, oficialmente conocido como Humilladero mirador de San Sebastián, fueron levantados a finales del siglo XVI, en el punto donde algunos historiadores dicen que se erigía un pequeño templo romano.
Parece que fue concebido como punto de parada de la peregrinación anual hacia la ermita de San Leonardo, hoy desaparecida.
También dice la tradición que su construcción rememora el lugar en el que Francisco de Cepeda, tío de Teresa de Jesús, encontró a la santa junto con su hermano Rodrigo, cuando habían escapado para ir a tierra de moros a sufrir martirio.
Este mirador permite ver Ávila y la totalidad de las murallas históricas, con una estupenda panorámica que da una idea de la dimensión y majestuosidad de la ciudad amurallada.
Cuando atardece y se va iluminando la ciudad y el cielo cambia de colores, el espectáculo es verdaderamente mágico. Para conocer la Ávila nocturna con sus leyendas y misterios te recomendamos: Tour de leyendas por la Ávila iluminada
7. Participar de la animación de la plaza del Mercado Chico

La auténtica Plaza Mayor abulense, un espacio que ya estuvo habitado como primer núcleo de población vetona. Igualmente, se dice que fue el foro romano, cruce de las características calles decumano y cardo.
Se tiene noticia de esta plaza que albergaba ya el ayuntamiento, durante la Edad Media, con el perímetro porticado típico de las plazas castellanas.
A su alrededor se situarán los distintos gremios, dando lugar a calles llamadas “pescadería”, “zapateros”, “carnicería” o “cuchillería”.
Durante el siglo XVIII se hicieron profundas renovaciones, principalmente en estilo isabelino, que es el que apreciamos hoy en día, mientras que su configuración actual data del siglo XIX, con un proyecto neoclásico.
A pesar de eso, la plaza mantiene un aroma medieval único, aunque actualmente está porticada por tres de sus lados, mientras que el cuarto solo conserva unos arcos, ya que fue inacabada, al estar situada junto a la iglesia.
Preside la plaza el ayuntamiento, que se remonta a la época de los Reyes Católicos, preocupados porque el consejo no tenía lugar propio para celebrar reuniones, sino que lo hacían a la puerta de la iglesia de San Juan.
Ahora mismo es un notable punto de reunión, porque hay muchos restaurantes y terrazas donde tomar algo.
8. Conocer la historia de la ciudad en el Museo de Ávila

El Museo Provincial de Ávila está actualmente ubicado en el edificio de la Casa de los Deanes, palacio renacentista del siglo XVI donde vivieron los responsables de la Catedral.
El edificio es una casa señorial de dos alturas, con planta cuadrangular, en cuyo centro se abre un patio porticado, con singulares arcos de ladrillo sobre columnas de granito, mientras que su fachada muestra un estilo plateresco, con atisbos herrerianos.
La historia del museo como institución comienza en 1911, aunque se alojaba en otro edificio, el de la “Biblioteca y Museo Teresianos”.
Es el lugar ideal para conocer de cerca la historia de esta ciudad en la que tantas culturas se encontraron y que tuvo tanta importancia en épocas como el siglo de Oro.
De todas formas, el museo se dedica a mostrar arqueología, etnología y bellas artes no solo de la ciudad, sino de la provincia de Ávila.
En la parte arqueológica expone materiales datados entre Paleolítico y Edad Moderna, mientras que en la sección de Bellas Artes expone una colección de pintura flamenca, cerámica, mobiliario, armas y artes decorativas.
En la parte etnográfica, se exhiben trajes típicos y artículos domésticos antiguos, instrumentos agrícolas e instalaciones que muestran artesanías a lo largo de los años, como el tejido de lana y canastas.
9. Visitar el Convento de Santa Teresa de Jesús

Sin duda, Santa Teresa de Jesús es una de las personalidades más famosas e icónicas de Ávila. Este convento carmelita que lleva su nombre fue fundado en 1636, ubicado en la cara sur de la muralla, a la que se accede por la puerta del mismo nombre.
La edificación está realizada en el más puro estilo barroco carmelitano, sobre los restos de la casa natal de Santa Teresa.
Cuenta con una hermosa fachada barroca que asemeja un retablo en piedra, con la imagen de Santa Teresa en mármol y los escudos de los Cepeda y Ahumada, la Orden de los Carmelitas descalzos y el conde duque de Olivares.
La principal característica del interior es la habitación en la que nació Santa Teresa, reconvertida en capilla barroca ricamente decorada.
También, alberga el museo de Santa Teresa, ubicado en la cripta, con la Sala de Reliquias, el Altar Mayor y la Capilla del Nacimiento.
En el altar se exhibe una estatua de Santa Teresa esculpida por Gregorio Fernández, en un trabajo ricamente adornado con joyas y telas preciosas que representa el momento de su visión de la Cruz. En la iglesia también hay otras esculturas de este mismo artista.
10. Recorrer los vestigios del Barrio judío.
La historia de Ávila no puede comprenderse sin su pasado judío. Como en otras ciudades castellanas, convivieron judíos, musulmanes y cristianos, que dejaron huella en su patrimonio cultural.
Durante la Edad Media, tuvo una influyente comunidad judía, floreciente e influyente, de la que queda mucha documentación escrita, pero escasos testimonios arquitectónicos o arqueológicos.
Los vestigios se observan en una parte del mapa urbano de la ciudad marcado por calles estrechas y la pervivencia de casas de una sola planta.
Estas fueron herencia de las construcciones judías, visibles en el actual barrio de Santo Domingo, que, en gran parte, coincide casi exactamente con lo que fue la judería de Ávila.
Los judíos se establecieron originalmente cerca del centro, para atender a sus negocios. Fue en el último cuarto del siglo XV cuando se les obligó a residir en un área reducida intramuros alrededor de la puerta de Malaventura, en la zona sur de la muralla.
En la antigua calle Andrín, rebautizada como Reyes Católicos, se encontraba la sinagoga de Belforad, donde hoy se alza la capilla de Nuestra Señora de las Nieves.
En lo que sería la casa del rabino, se localiza la hospedería la Sinagoga, magnífico caserón lleno de encanto y referencias hebraicas, que conserva una estrella de David.
11. Revelar las huellas de Santa Teresa en la ciudad
La figura de Santa Teresa es la más destacada de Ávila. Allí vivió, desde su nacimiento en 1515, y volcó sus ilusiones y proyectos, dejando una gran huella en esta mujer que revolucionó la sociedad de su tiempo con la radical reforma del Carmelo.
Así, sobre lo que fue su casa natal, se erige la iglesia y convento de Santa Teresa, fundada por los carmelitas descalzos en 1636.
El presbiterio y la capilla de Santa Teresa coinciden con sus aposentos. Por su parte, en la iglesia románica de San Juan Bautista, fue bautizada en abril de 1515, en una pila bautismal del siglo XV, que aún se conserva.
Otro lugar esencial en su vida es el Monasterio de la Encarnación, donde permaneció ininterrumpidamente desde 1535 hasta 1574. A finales del XVI, la celda que ocupó se destinó a oratorio y hoy es la Capilla de la Transverberación.
También destaca el Monasterio de San José, como la primera fundación que hizo, el 24 de agosto de 1562. Como curiosidad, allí se conserva la llamada escalera del diablo, por la que cayó en las Navidades de 1577, fracturandose el brazo izquierdo.
12. Apreciar el excepcional ejemplar románico de la Basílica de San Vicente

El gran modelo románico en Ávila y una de las mejores obras de este estilo en España. Está fuera del recinto amurallado, accesible desde la puerta de San Vicente y se especula que se alza donde los romanos martirizaron, en el siglo IV, a tres cristianos: Vicente, Sabina y Cristeta.
En su recuerdo, se conserva en la cripta el cenotafio de los Santos Hermanos Mártires, monumento funerario en piedra policromada y en perfecto estado de conservación.
La construcción del templo se alarga por siglos, desde su inicio en 1120, probablemente por el mismo maestro de la Catedral.
Se aprecian zonas añadidas, como las torres, a mediados del siglo XII, cuando se van cerrando también las bóvedas nervadas que anuncian el gótico. La gran zona porticada de la entrada se construye en el siglo XV, enmarcada por dos torres.
La textura de los muros de granito es bastante llamativa, una especie de mosaico de piedras más claras y más oscuras, donde domina el color naranja característico de la piedra extraída de Villamayor, en Salamanca.
En su interior, la nave es muy alta, resaltando su carácter gótico, que la llena de luz natural y destaca su imponente altar barroco central del siglo XVII.
13. Endulzarse con unas típicas yemas de Santa Teresa
Sin duda, el postre dulce más típico de Ávila son las yemas de Santa Teresa, todo un homenaje a la famosa santa, que ha desempeñado un papel tan clave en la historia de la ciudad.
Se han convertido en un símbolo tan destacado de la capital abulense que se compran muy frecuentemente como recuerdo de la visita a Ávila.
Son unos dulces de apariencia atractiva, con forma redondeada y color anaranjado, que van colocados dentro de una tartaleta de color blanco.
Para su elaboración, se utilizan solo yema de huevo y un almíbar hecho con agua y azúcar, al que se añade limón y canela. Con la masa, batida en boles de cobre, se elaboran estas bolitas, que se decoran con azúcar glas por encima.
Sobre su origen hay varias teorías. Mientras que algunos apuntan hacia cocina andalusí, para otros el origen está íntimamente ligado a la elaboración de repostería monacal del Convento de Santa Teresa.
La primera comercialización con esta denominación está documentada a mediados de siglo XIX, en la pastelería “Flor de Castilla”. Como, ante su popularidad, registraron la marca, el resto de pasteleros elude la prohibición con unos dulces similares a los que se llama “yemas de Ávila”.
14. Descansar en los tranquilos Jardines del Recreo
Estos Jardines del Recreo están situados fuera del recinto amurallado, al lado del Real Monasterio de Santa Ana, constituyendo un pequeño remanso de paz y tranquilidad, en un espacio verde de aspecto señorial.
Un parque frondoso con muchísimas zonas verdes y bancos en los que descansar, que antiguamente era una olmeda que, con el paso del tiempo, se ha ido convirtiendo en una agradable zona ajardinada.
Su aspecto original se debe al arquitecto municipal Ildefonso Vázquez de Zúñiga, que en 1861 realizó un anteproyecto de mejora.
Tuvo un objetivo expreso de hacer un “bello laberinto muy bien adornado de arbustos de diferentes clases, que con el tiempo formarán un agradable conjunto, con una espaciosa glorieta en su centro”.
Actualmente, cuenta con numerosas especies de plantas autóctonas, arbustos y flores, así como otras especies exóticas originarias de todo el mundo.
Algunas son tan destacables como la acacia de Japón o el cedro del Líbano, así como castaños de indias y otras variedades de especies.
Los jardines tienen un templete que se destina a celebrar conciertos de música, contando con zonas infantiles e incluso una churrería en la que desayunar o merendar mientras se disfruta de la naturaleza.
15. Descubrir la “Pompeya vetona” en el yacimiento del Castro de Ulaca

En una visita a Ávila, merece la pena desplazarse no más de 25 kilómetros para conocer el castro celta de Ulaca, uno de los más grandes de Europa, conocido coloquialmente como la “Pompeya vetona”.
Se alza a unos 1.500 metros de altitud, en el espectacular Valle Amblés, con una ascensión con pendientes fuertes que dificultan el acceso y ha evitado que sea excesivamente expoliado por furtivos.
Este oppidum de la segunda Edad del Hierro, rodeado por una potente muralla y habitado entre los siglos III y I a.C., es tan grande que abrazaría dos centros históricos abulenses.
Muy probablemente, fue el pilar del nacimiento de la actual Ávila, que parte directamente de una ciudad romana que aparece como Obila en fuentes antiguas. En el yacimiento hay estructuras excepcionalmente conservadas de esta sociedad prerromana.
Se ven cimentaciones de piedra de más de 250 casas cuadradas y rectangulares, en buen estado de conservación, que cobijaron a cerca de 1.500 personas. Ulaca sería seguramente una capital comarcal o regional de los vetones.
Presenta elementos singulares, como un santuario y altar rupestres de sacrificio y una sauna iniciática de ritual. Ambos tallados en grandes peñascos que afloran entre rastros de las casas y la muralla.
16. Ver la emblemática Iglesia románica de San Pedro

La iglesia de San Pedro, es una de las más antiguas de Ávila. Ubicada en la plaza del Mercado Grande, frente a la monumental puerta del Alcázar.
Se trata de una de las mejores muestras del románico abulense, de proporciones monumentales y reforzada con cuatro grandes contrafuertes. Se comenzó a construir en el segundo cuarto del siglo XII y se concluyó ya en el siglo XIII.
Su altura es desproporcionada para su anchura, lo que la hace destacar como ejemplar dentro del románico clásico de la provincia.
La fachada principal se articula en dos cuerpos: el superior está dominado por un gran rosetón cisterciense, un elemento típico de transición entre el románico y el gótico. Bajo el rosetón, la portada es amplia y sencilla.
De la evolución en el tiempo de la construcción se muestra su torre cuadrada, que se adosó tardíamente. En el atrio de este templo juraron los monarcas respetar los fueros de Castilla, lo que da muestra de su importancia.
Por dentro, la ornamentación es esencialmente austera, aunque cuenta con un interesante conjunto de pinturas y altares renacentistas, así como un retablo barroco en la capilla mayor.
17. Compartir vivencias en la plaza del Mercado Grande

También conocida como plaza de Santa Teresa, es otra de las más importantes de Ávila.
Aunque está fuera del recinto de la muralla, se puede decir que es casi imposible visitar Ávila sin pasar por aquí, porque está frente al acceso más importante, la puerta del Alcázar.
Este lugar reúne en su entorno todo el bullicio de una ciudad viva desde hace siglos, ya que fue lugar de encuentro y actividades diversas, como corridas de toros, torneos y el mercado semanal donde se intercambiaban productos de primera necesidad y se vendían mercancías.
La importancia del lugar se comprende por hechos como que aquí se recibió oficialmente al emperador Carlos V, en 1534, o se decapitó públicamente al noble Diego de Bracamonte.
A finales del siglo XV, frente a la iglesia románica de San Pedro, que preside la plaza, también se celebraron autos de fe contra los judíos conversos, con la presidencia del temido Torquemada y los reyes juraron respetar los Fueros de Castilla.
En el centro de la plaza, se encuentra la llamada “palomilla”, una estatua de Santa Teresa encaramada en un pilar, mirando hacia la muralla. En la actualidad es un buen lugar para picar algo, porque hay muchos bares y restaurantes.
18. Seguir la ruta de los palacios por las calles abulenses

Una de las actividades más interesantes que hacer en Ávila es reconocer algunos de los mejores palacios de la ciudad, edificaciones medievales con fachadas blasonadas que hoy son sede de museos, hostelerías o instituciones.
La proliferación de estas construcciones de estilo renacentista, entre los últimos años del siglo XV y durante el siglo XVI, se corresponde con una etapa de apogeo socioeconómico.
Estos palacios están muy vinculados a las murallas, como segundo cinturón interior de defensa. Entre los más destacados, el de los Dávila es el mejor ejemplo de palacio medieval gótico y con cierta tradición mudéjar, adosado a la muralla.
Uno de los mejor conservados en su estructura original es el palacio de los Superunda, muy reconocible por su fachada de granito flanqueada por dos torres.
En el palacio de los Verdugo, del siglo XVI, destaca su sobria fachada y el verraco de piedra de su lateral izquierdo, con decoración de grutescos en ventanas que ya indica la presencia del plateresco en Ávila.
Otro palacio renacentista del XVI, el de Núñez Vela, destaca por su interior porticado. Por otro lado, el Torreón de los Guzmanes o Palacio de los Mújica tiene una marcada presencia en la ciudad con su imponente torreón renacentista de carácter defensivo.
19. Experimentar nuevas sensaciones en el Centro de Interpretación de la Mística
Es un centro de gran interés, si se tiene en cuenta que es el único existente en Europa dedicado a esta temática. Situado en un edificio extramuros rehabilitado, muy próximo al convento de Santa Teresa, en el que se ha introducido una estética contemporánea.
Lo más significativo es su cubierta prismática, que filtra la luz a través de una membrana laminada externa. El centro pretende introducir a sus visitantes en este fenómeno místico universal.
Es una forma de conocimiento, al tiempo que una forma de vida donde la sencillez, ascetismo, cultura de la pobreza o despojamiento físico y espiritual, juegan un papel central.
Está compuesto por cuatro salas, divididas en los cuatro universales en que se divide la mística. Estos son, la tradición; el conocimiento del yo; la iluminación, la unión con Dios; y la acción, la vuelta del misticismo al mundo.
Mostrándose través de símbolos distribuidos por las diferentes salas con rasgos sobre el conocimiento de la mística. Se muestra a la vez su profunda complejidad y sencillez.
Se distribuye en espacios donde se funden diferentes disciplinas artísticas y técnicas de arquitectura, escenografía, pintura o escultura. La exposición ha sido creada, partiendo de este concepto, por un grupo muy variado de artistas.
20. Practicar senderismo en las afueras de Ávila
Ávila fue una ciudad pujante durante la Edad Media por la industria textil de la lana. Miles de ovejas merinas caminaban por numerosas vías pecuarias y una de las más importantes fue la Cañada Real Soriana Occidental.
Uno de sus tramos, el Camino Natural de Campo Azálvaro, sigue uniendo la capital con esa comarca y hoy forma un interesante recorrido.
Esta ruta de senderismo, de casi 14 kilómetros de distancia, comienza a las afueras, adentrándose en una zona de encinar, pasando por terrazas naturales desde donde se divisan las dehesas de Aldeagordillo y del Gansino.
Observando el vuelo circular de buitres leonados y buitres negros, nos acercamos al pueblo de Bernuy Salinero. Merece la pena visitar la iglesia de San Pedro Apóstol, que muestra restos románico-mudéjares y un campanario que fue antigua atalaya defensiva.
También, el Dolmen del Prado de las Cruces, y otros trece que permanecen sin excavar y constituyen un cementerio megalítico declarado Bien de Interés Cultural.
Al fondo se distinguen los perfiles de las Sierras de la Cuesta y del Malagón, mientras se desciende hasta el cauce del río Mediana.
Al terminar la ruta, se pueden visitar las pinturas rupestres de Peña Mingubela, de la II Edad del Hierro.
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