Rabat es la capital de Marruecos y su centro administrativo de mayor importancia. Junto con Marrakech, Fez, Meknes y Casablanca, Rabat forma parte del grupo conocido como ciudades imperiales de este país norteafricano. En este artículo te proponemos algunos de los mejores planes que hacer en Rabat.
Situada en la costa atlántica marroquí, en la desembocadura misma del río Bu Regreg, Rabat fue el destino de la importante colonia de musulmanes expulsados de España durante el siglo XVII. En la actualidad, Rabat es una ciudad moderna y occidentalizada que conserva muchos de sus rasgos tradicionales, en una peculiar armonía.
Aun cuando no sea uno de los destinos más turísticos de Marruecos, Rabat también cuenta con una interesante oferta para el visitante, lugares con encanto que merece mucho la pena visitar y un buen número de actividades.
Los 18 mejores planes que hacer en Rabat
1. Visitar la emblemática Torre Hassan, minarete de la frustrada mezquita más grande del mundo
Considerada como el monumento más icónico de Rabat, esta torre es, en realidad, el minarete de lo que, según las intenciones de su inspirador, el sultán Yacub Al-Mansur, iba a ser durante el siglo XII la mayor mezquita que se pudiera conocer en el mundo.
Sin embargo, en el momento de la muerte de este sultán la construcción quedó inacabada. Buena muestra es este mismo minarete, que cuenta con una altura de 44 metros, frente a los 86 metros que estaban proyectados.
La torre Hassan es una de las grandes obras de la arquitectura almohade que han llegado intactas a nuestro tiempo, emparentada físicamente con la Giralda de Sevilla o la Koutoubia de Marrakech.
Además de la torre, quedaron en pie de su primitiva construcción una serie de grandes columnas, en la explanada en la que se alza. En este caso, el terremoto que asoló Lisboa acabó con gran parte de ellas, dejando solamente los restos que se conservan en la actualidad.
2. Impresionarse con la majestuosidad del mausoleo de Mohammed V
Muy cerca de la torre anterior se alza el impresionante mausoleo de Mohammed V, edificación utilizada como panteón familiar de la dinastía alauí, que acoge también los restos de Hassan II, padre del actual rey. Ésta es una de las visitas que hay que hacer en Rabat que te aconsejamos que no te pierdas.
El lugar en el que fue erigido el mausoleo está repleto de connotaciones históricas, ya que se trata de la explanada en la que Mohammed V proclamó la independencia de Marruecos en 1955, a la vuelta de su exilio en Madagascar.
El edificio es una de las construcciones modernas marroquíes de mayor trascendencia, en cuyo diseño participaron más de 400 artistas distintos, para plasmar un conjunto arquitectónico caracterizado por su estilo árabe andalusí.
En la construcción se utilizaron los mejores y más nobles materiales y su decoración es recargada y muy refinada. El conjunto se compone del mausoleo propiamente dicho, un gran espacio cubierto con una cúpula de mármol blanco de Italia, así como una mezquita.
3. Perderse por el laberinto de la Kasbah de los oudayas, una “ciudad” dentro de Rabat
Internarse en el entramado de calles estrechas y laberínticas de la kasbah de los oudayas es como visitar otra ciudad diferente, incrustada en trazado de la capital marroquí. Las casas están pintadas de un característico color azul sobre blanco, formando un conjunto muy pintoresco y desde sus rincones y plazas se divisa el mar en todo su esplendor.
El barrio está construido en un risco sobre el Atlántico, encerrado en las murallas originales del siglo XI. Desde allí se defendía la ciudad en tiempos en los que eran frecuentes los ataques de los piratas que anidaban en la vecina ciudad de Salé, al otro lado de la desembocadura del río. Hoy en día, sus miradores son lugares privilegiados para contemplar las panorámicas más hermosas de la zona.
4. Pasear por la medina vieja, participando en la animada vida comercial de Rabat
Aunque no destaque tanto en tamaño como las medinas de otras ciudades marroquíes, la medina vieja de Rabat presenta un encanto innegable, rodeada de unas murallas en muy buen estado de conservación.
Estos muros de más de cinco kilómetros que rodean la medina son de dos épocas diferentes, la andalusí y la almohade y tienen accesos tan monumentales como la puerta de Bab El Had o la de Bab Rouah, escenario habitual de diversas exposiciones.
Callejear por los distintos zocos que se despliegan en esta medina considerada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, comprar en estos mercados participando en el arte del regateo y mezclarse con el ambiente es una de los planes imprescindibles que hay que hacer en Rabat. Es una experiencia única que no se puede perder ningún visitante de Rabat.
5. Sorprenderse con el contraste de la “ciudad nueva” y la elegante avenida Mohammed V
Conviviendo con la Rabat más tradicional de la medina y los zocos existe una ville nouvelle que ofrece una cara muy diferente al viajero. En esta zona, que vio la luz a principios del siglo XX, durante la época de la dominación colonial francesa para acoger las viviendas de los extranjeros y los edificios institucionales, se concentran los edificios modernos más importantes de la ciudad.
Se caracteriza por un trazado de calles rectilíneas y amplias avenidas que ofrecen un aspecto muy diferente al de las enrevesadas callejuelas del Rabat antiguo. Es la zona en la que están presentes diferentes manifestaciones arquitectónicas del art noveau y el art decó, matizadas siempre por el influjo de lo árabe.
En esta ville nouvelle destaca con nombre propio la elegante avenida de Mohammed V. Se trata de una arteria principal de la ciudad repleta de palmeras y fuentes en la que se han establecido las tiendas y firmas más importantes de la ciudad.
En su trazado se concentran edificios de tanta trascendencia política y económica como la sede del Parlamento marroquí, el Banco nacional, la oficina de Correos o la estación de ferrocarril.
6. Disfrutar de la gastronomía típica marroquí
Otras de las cosas que hay que hacer en Rabat es disfrutar de sus platos más típicos. Entre tanta visita, lo más recomendable es hacer un alto en el camino en alguno de los muchos restaurantes y puestos de comida que ofrecen lo más típico de su rica gastronomía.
Opciones hay muchas donde elegir, entre platos tan tradicionales como el cuscús, elaborado a base de sémola de trigo mezclada con verduras y carne de ternera, cordero o pollo, el suculento tajin o la deliciosa sopa de tomate, legumbres y carne llamada harira.
Como postre, nada mejor que un buen té a la menta acompañado por los pasteles árabes, como los famosos “cuernos de gacela”.
7. Comprar artesanía local en la “capital de la alfombra” de Marruecos
La producción artesanal de Rabat y sus alrededores es una de las más destacadas de todo Marruecos. Si por algo destaca especialmente la ciudad es por su condición de “capital de la alfombra” marroquí, contando con más de cinco mil telares cuya producción ofrece ejemplares tan prestigiosos como las alfombras orientales.
La alfombra de Rabat muestra influencias turcas y se caracteriza por su clásico medallón central con forma de rombo o de hexágono, siempre destacado sobre un fondo de color rojo.
Aparte de esto se pueden encontrar en Rabat muchas labores de tejido tradicional, con ropas como los albornoces, colchas, cortinas o cojines de lana de carnero o pelo de cabra y camello. También los bordados artesanales tienen una excelente representación en Rabat, elaborados en pequeños talleres a base de tejidos tradicionales como el lino, el algodón o la seda.
8. Descubrir una catedral católica en territorio musulmán
Rabat tiene una catedral católica en activo, ubicada en la plaza del Golán. Es la catedral de San Pedro, un templo cristiano edificado en piedra de color blanco, que fue erigido en el año 1921.
La construcción muestra trazas de estilo neogótico, siempre matizado por ciertos detalles propios de la arquitectura local. Cuenta también con dos torres que alojan sendos campanarios, en sus laterales. Estas torres fueron levantadas más tarde, en la década de los años 30 del siglo pasado.
9. Pasear por la orilla del Bou Regreg o contemplar las vistas a bordo de una barca
Rabat está situada en la confluencia misma del río Bou Regreg con el océano Atlántico. Esta circunstancia conforma un enclave de gran belleza en el que destacan, por un lado, los perfiles de las edificaciones de la kasbah de los udayas, mientras que por el otro domina la silueta de las murallas de Salé.
Paseando por los muelles se puede disfrutar de estas espectaculares vistas. Mejor aún, aprovechando los servicios de barcas de remos existentes se puede hacer un recorrido acuático que nos acerque aún más a estos monumentos.
Te recomendamos que le eches un vistazo a este artículo sobre las zonas donde conviene alojarse en Rabat. Te será de utilidad para acertar en tu elección:
10. Tomar el sol en playas de arena dorada
Rabat, situada en la costa atlántica, también tiene sus propias playas. Éstas son muy visitadas por sus ciudadanos, especialmente cuando aprieta el calor con más intensidad. Las playas más populares están situadas a los lados de la desembocadura del río, localizándose en la ribera de Rabat junto a la kasbah de los oudayas. Además de disponer de restaurantes, cuentan con dotaciones típicas playeras.
Un poco más hacia el sur, en las afueras de Rabat, se encuentra la playa de arenas doradas de Temara, un lugar que se ha situado como un destino vacacional de primer orden para los marroquíes. La zona ha llegado a convertirse en los últimos años en un resort playero muy popular tanto para los habitantes de Rabat como para los de Casablanca y sus alrededores.
11. Visitar los restos arqueológicos de la necrópolis de Chellah
Otra de las visitas que hay que hacer en Rabat es la necrópolis de Chellah. Situada a poca distancia del centro urbano, es una fortaleza impresionante, un castillo gigantesco edificado sobre las ruinas de la antigua ciudad romana. El conjunto fue mandado construir durante el siglo XIV por el sultán Abu Hassan, cuyos restos se encuentran en este mismo lugar.
Según los vestigios arqueológicos, éste sería el emplazamiento humano más antiguo en la desembocadura del río Bu Regreg, con la presencia documentada de pueblos fenicios y cartagineses.
El imperio romano tuvo aquí una importante ciudad, denominada Sala Colonia de la que han quedado algunos restos, como el foro y un arco del triunfo. Su acceso está resguardado por una puerta monumental y cuenta también con los restos de una mezquita y una madrasa, típica escuela coránica.
12. Recorrer las calles del barrio judío (Mellah)
El barrio judío o Mellah de Rabat es relativamente reciente, ya que fue establecido a principios del siglo XIX para acoger a una población de más de 6.000 personas. En la actualidad, quedan pocos habitantes que profesen esta religión en el barrio, después de la enorme emigración de judíos marroquíes hacia Israel de la década de los años 50 del siglo pasado.
Es una zona de callejuelas que hay que recorrer con calma para descubrir los persistentes vestigios de las costumbres y la artesanía tradicional, así como la arquitectura propia de la zona. Este urbanismo está compuesto por viviendas abiertas al exterior con balcones y ventanales, diferentes a la tradicional construcción árabe de muros sólidos.
13. Relajarse en el vergel verde de los Jardines Andaluces
Dentro del laberinto del entramado de calles de la kasbah de los oudayas se puede encontrar un verdadero oasis de tranquilidad, un vergel repleto de flores y árboles como son los Jardines Andaluces. Aunque el diseño andalusí predomina y da su nombre a los jardines, lo cierto es que éstos fueron instalados por las autoridades coloniales francesas en los inicios del siglo XX.
La influencia del agua y la continua presencia de fuentes y estanques rememora la tradición andalusí, en un entorno único de paz y relajación. Un excelente plan que hacer en Rabat para relajarse un poco después de un ajetreado día recorriendo la ciudad.
14. Visitar el Museo Mohammed V de Arte Contemporáneo
Este guiño a la modernidad se ha convertido en uno de los museos más interesantes de Rabat, además de ser el primero con esta temática, no solo de la ciudad, sino de todo Marruecos. Fue inaugurado, en la parte nueva de la ciudad, en el año 2014, después de casi una década de obras.
Está diseñado y llevado a cabo por el afamado arquitecto marroquí Karim Chakor. Entre sus colecciones, recopila obras pertenecientes a más de 200 artistas de origen marroquí. Además, cuenta con un auditorio, diversas salas de exposiciones y talleres pedagógicos, así como laboratorios dedicados a la restauración de obras de arte.
15. Ir de compras a un moderno centro comercial
Quienes quieran ir de compras en Rabat sin pasarse por los tradicionales puestos de los zocos o quieran dejar de lado las propuestas más tradicionales, pueden visitar el moderno Megamall.
Situado en las afueras de la ciudad, cerca de la zona en la que se encuentran las embajadas, este gran centro comercial ofrece la posibilidad de encontrar establecimientos de todo tipo, incluidas las marcas comerciales más importantes, así como una amplia oferta de ocio.
El Megamall abrió en el año 2005 y se ha convertido en un lugar muy popular para los ciudadanos rabatíes porque en sus 26.000 metros cuadrados alberga gran cantidad de restaurantes y cafeterías y cuenta con cines, bolera y hasta una pista de hielo en la que se puede jugar al hockey o practicar el patinaje.
16. Conocer la ciudad vecina de Salé, al otro lado del río Bu Regreg
Hacia el norte, al otro lado de la orilla del río se extiende la ciudad de Salé, como una prolongación de Rabat, interrumpida por la desembocadura del río Bu Regreg. Sin embargo, el contraste entre ambas es muy grande, ya que Salé ha conservado la religiosidad tradicional y las costumbres con más firmeza que la capital marroquí. Al recorrer sus calles se mantiene la impresión de que el tiempo se ha detenido mientras que corría veloz en la vecina Rabat.
Antiguo cobijo de corsarios, la ciudad está rodeada de murallas del siglo XIII, que se cruzan a través de sus famosas siete puertas. La más hermosa de estas puertas es la de Bab Mrisa, que da acceso a la medina, la ciudad antigua de Salé.
La ciudad cuenta con una madrasa de más de 700 años de antigüedad que es una verdadera joya del arte meriní, con abigarradas decoraciones incrustadas en los estucos de yeso y en los artesonados de madera de cedro. Esta es una de las visitas que hay que hacer en Rabat que debe figurar en tu lista.
17. Contemplar el imponente Palacio Real
Al menos, contemplar las siete monumentales puertas de acceso al complejo, decoradas por los mejores artesanos del país, ya que la entrada está prohibida y custodiada por guardias.
Este complejo llamado Dar al-Mahkzen está construido sobre los cimientos de un palacio anterior y aloja diversos edificios administrativos, ya que es la sede del Gobierno marroquí y de otras altas instituciones del país.
Más de 2.000 personas trabajan en este complejo que, en realidad, no es la residencia habitual del monarca. Además de estos edificios, también hay en el interior una mezquita (Ahi-Fas) con su correspondiente madrasa.
18. Descansar en el parque de Nouzhat Hassan, el más grande de la ciudad
Estas cuatro hectáreas de zonas verdes son el auténtico pulmón de la ciudad, situado frente a las murallas de la medina vieja de la ciudad. Conocido antiguamente como triangle des vues, fue instalado por el protectorado francés durante la década de los años 30 del pasado siglo XX.
Esa forma de triángulo le viene de su situación en la confluencia de varias avenidas. Además de una amplia masa forestal, con árboles de gran tamaño, cuenta con estanques, zonas de juegos infantiles y hasta un teatro al aire libre.
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