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La vida de un novicio en un templo budista en Laos

La vida de un novicio en un templo budista

Para muchos niños pequeños en Laos, el templo es su única oportunidad de recibir una educación cuando su familia no puede pagar los costos asociados con la escuela pública. A menudo provenientes de las aldeas rurales pobres del norte, los niños de tan sólo siete años ingresan en un templo y reciben educación gratuita (normalmente patrocinada por el templo).

La vida de un novicio en un templo budista

La vida de un novicio no es fácil. Dejan su hogar y sus familias sabiendo que podrían pasar años antes de reunirse otra vez con ellos. Viajan lejos para vivir en lo que para una persona que proviene de una pequeña aldea en medio de la selva es una gran ciudad moderna.

El alojamiento compartido es muy básico, sin comodidades y que debe ser soportado durante las temperaturas extremas de Luang Prabang – brutalmente caluroso algunos meses, amargamente frío en otros.

El día comienza antes del amanecer, los tambores del templo anuncian el comienzo de la meditación matutina y el canto. Una vez terminados, caminan por la calle recogiendo limosnas por la mañana (generalmente arroz) de los aldeanos.

Estudios y tareas monjes

El día transcurre entre estudios y tareas. El almuerzo es su última comida del día. A las 16:00, los tambores suenan una vez más para convocar a todas las oraciones vespertinas. No hay día libre o vacaciones de verano en esta vida.

Los novicios típicamente pasan unos cuantos años en el templo, algunas veces progresando a la condición de monje antes de irse. Es algo muy habitual. Pasados estos años el templo les ha dado educación y una oportunidad y están ya en condiciones de encontrar un trabajo para poder pagarse una educación adicional, y tal vez llegar hasta la universidad.

La vida de un novicio

Cuando estés de viaje por Laos si hablas con algún camarero, recepcionista de hotel o guía de trekking y es muy probable que hayan sido novicios o monjes.

Cuando visites alguno de los muchos templos de Luang Prabang, admira sus grandes techos, sus mosaicos brillantes y sus puertas doradas, pero también aprecia los signos de la vida cotidiana del templo: las ropas de naranja secándose en los tendederos, y el novicio que barre y está interesado en practicar su inglés con los viajeros. Si es así no te cortes en entablar conversación. Es una experiencia enriquecedora para ambos.

Imágenes: (1), (2), (4) Pixabay, (3) Tumitu Design

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